Publicado el 15 de mayo de 2016 en la edición no. 15 de la revista “Políticos al desnudo”

A unos cuantos días de que se realicen los comicios en el país, nos hemos percatado, casi todos ya, de la amañada guerra emprendida entre partidos políticos, por defender a sus candidatos y atacar a los aspirantes opositores a regidores, síndicos, alcaldes, diputados y gobernadores. Está de más hacer el recuento de los candidatos que en los 13 estados habrán de disputar algún cargo de elección popular; sin embargo es importante mencionar que como veracruzano me atañe saber que es la gubernatura más significativa de las 12 que hay en contienda.

Para ser honestos, y no hace falta ya decirlo, pues lo que se ve no se juzga; la situación que vive nuestro Estado no es la que los veracruzanos queremos, nos encontramos en un punto crítico, en un mínimo absoluto, en una condición nunca antes vista en Veracruz. La causas son múltiples, y creo absurdo culpar a una persona de esto; pues parece más una moda la idea de señalar, criticar y deslindarse, y no es así. A los ciudadanos nos incumbe lo que sucede y cómo sucede; nos conciernen las decisiones de los gobernantes municipales, estatales y del País; nos compete supervisar las propuestas del poder legislativo y nos corresponde observar las resoluciones del poder judicial; y en este aspecto el grado de responsabilidad es diferente, de acuerdo a nuestra posición económica, social, educativa y cultural; sin embargo hay un punto en donde no existe pretexto que pueda justificar nuestra inactividad y sobre todo nuestra falta de interés, un punto en que nuestra responsabilidad va por igual.

Se dice que el poder ir a votar, es solo la punta del iceberg de lo que es en realidad la participación ciudadana, pues eso solo representa una pequeña porción de lo que nos corresponde como obligación y también como derecho, pues es nuestro deber cumplir con las normas que nosotros mismos establecimos: cruzar en puentes peatonales, no tirar basura en la calle, respetar espacios reservados, no cometer y denunciar los actos de corrupción, vigilar nuestras colonias, promover el correcto uso de los espacios públicos, cuidar a los más chicos, etc.

Pero no solo es eso; y es aquí en donde nos preguntamos cómo podemos hacer que las necesidades comunitarias sean escuchadas más alto para después resolverlas, y la respuesta es: organizándonos. Las organizaciones de la sociedad civil, están cobrando fuerza para proponer y actuar en los quehaceres de la nación, lo ejemplificamos perfectamente con agrupaciones como “Los supercívicos”, que ya amedrentan a más conductores irresponsables que los mismos policías de tránsito en la Ciudad de México; lo vemos claro con iniciativas ciudadanas como la “Ley 3 de 3” en donde más de 74 OSCs conformaron el proyecto; lo vemos claro en el amparo otorgado por la SCJN a 4 personas para permitirles consumo lúdico de la marihuana; lo vemos claro en movimientos estudiantiles que son capaces de llenar el Zócalo de la CDMX con demandas en común; o también como en su momento el programa “Solidaridad”, que sirvió para hacer que los ciudadanos hicieran lo que el gobierno había dejado de hacer, organizando barrios y colonias para el mejoramiento y recuperación de los espacios abandonados. Así, son muchos los casos que podemos retomar los veracruzanos para organizarnos y exigir calidad y orden en nuestros servicios.

Recuerdo bien que en una plática con Don Heladio Ramírez, sentenciaba a los “caciques del conocimiento”, que son quienes buscan el aprendizaje alrededor del mundo, y creen que la verdad de los países que visitan es la misma que la de su localidad natal; y no es así. Quienes conozcan escrupulosamente lo que su comunidad requiere tienen el cometido de levantar la voz y organizar a los suyos para construir las mejores condiciones.

Hoy las organizaciones de la sociedad civil juegan un papel trascendental en los diagnósticos para las decisiones del país, y lo que se avecina es mayor, poco a poco hay más foros para discutir los temas que nos interesan; no falta tanto para que sea a nuestra generación de jóvenes a los que nos corresponda tomar las decisiones más importantes del País, y será ahí cuando podremos abrir más espacios, de los que hoy nos abren a nosotros. Reconozco a mis amigos de todo México, de agrupaciones como la Escuela Nacional de Cuadros, Gen M, Diálogos o Kybernus, amigos dirigentes del PAN y del PRD, a familiares míos que mediante el voto fueron elegidos para ocupar cargos desde Morena, o compañeros que de manera independiente se postularon como candidatos al Constituyente de la CDMX. A todos ellos los aprecio, los saludo y los respeto.

Me considero alguien abierto al diálogo y a los planteamientos congruentes, les comparto que para mi, el PRI es una causa, una ideología política y un espacio de reflexión y desarrollo. Valoro mucho las oportunidades que me ha brindado este instituto político, pues me ha permitido formarme y vincularme con, ahora, amigos de los 32 estados de la República, ampliando mis horizontes. Lamento ver que algunos compañeros(los menos, si acaso un par) de la Escuela Nacional de Cuadros, antepongan sus intereses a sus convicciones, o más bien… sus convicciones no existen y las suplen sus intereses, incurriendo contundentemente en el llamado “oportunismo político”; pues si hay algo superior a la conveniencia es la cabalidad; y en mi escala de valores se encuentra muy arriba, la gratitud.

Soy priista, pero no soy del PRI, tengo libre determinación, una crítica y si algo no me agrada lo señalo, y si hay algo que me inquieta lo pregunto. Sigo a mi partido, pero no las decisiones que no me gustan. Como ciudadano, mi voto es para el PRI, y desde esta trinchera estoy determinado a cambiar las cosas con las que no comulgo, y si estoy aquí es para complementar sus propuestas y fortalecer su estructura ideológica. Mi obligación es mejorar con mi partido.

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