Sembrar para Veracruz
Publicado el 15 de junio de 2016 en la edición no. 16 de la revista “Políticos al desnudo”
“No siembro para mi… Siembro para México” es una de las respuestas que trascendió más allá del sendero político de Don Adolfo Ruiz Cortines. Ésta es la frase con la que Miguel Alemán Velasco lo inmortalizaría en un título biográfico y que es producto de una anécdota.
Un día en que “Adolfo el viejo” era cuestionado acerca del tiempo que tardarían en dar frutos unos árboles de tamarindo(diez años aproximadamente) y sobre el por qué querría sembrarlos si no le alcanzaría la Presidencia para asistir y ver materializada la cosecha, planteó la idea de “Sembrar para tu Patria”, y es que en ese contexto no importa ni el color, ni el partido, ni quién será el siguiente gobernante, importan los resultados y la cosecha que va a recibir la población en general.
Y menciono esto, pues estoy consciente que ha hecho mucha falta, sembrar semillas de frutos buenos, y dar cuidado a los retoños para ver proyectos firmes y consolidados a largo plazo. Junto con un grupo de amigos, hemos sido promotores de generar un una agenda inteligente, ética, humana y geoestratégica de largo plazo que propicie el México que queremos para el 2050. Nos gustaría ver funcionarios que den continuidad a los proyectos buenos, estratégicos y bien planteados, jóvenes convencidos de ser puntuales, actuar con rectitud, ser honestos, cumplir los compromisos y de defender la idea de nunca ir en contra de otro mexicano. Importante ha sido escuchar los consejos y opinión de quienes respetamos por su experiencia, y habría sido grato conocer a Don Adolfo, quien ha sido para muchos y es para la historia mexicana, un personaje que siempre supo mantener la prudencia mientras gobernó. Un hombre sereno, que, dicen por ahí, entro viejo a la Presidencia y salió no tan viejo de la misma, el único hasta ahora que ha ocupado el cargo y no ha pagado, físicamente, el precio de encabezar la jerarquía del poder. Por doquier se recuerda su nombre y se le respeta, y a pesar que algunos estudiosos de la historiografía, han documentado varios relatos que no favorecen su popular impecable imagen, en este artículo se le ha de recordar por su audacia al contestar.
En una ocasión, como Presidente de México, Adolfo Ruiz C. caminaba por el centro Monterrey, junto al Gobernador de N.L., de pronto comenzó a lloviznar de una manera muy peculiar. Ante esta situación, alguien muy cercano a ellos abrió un paraguas para cubrir al Presidente, quien de inmediato solicitó que le quitaran de encima la sombrilla, que no pasaba nada si se mojaba un poco. El Gobernador le advirtió al instante, que no habría tanto problema en seguir su indicación, pero que le angustiaba el hecho de que en esa región del norte del país le llamaran a la lluvia: “Moja pendejos” y no querría que apareciera un desplegado de prensa con su foto y un pie mencionando lo ya comentado. Don Adolfo, con la singularidad de su franqueza contestó: “Mire, que curioso, pues es a esta misma lluvia, a la que en mi tierra le llamamos Chipi-Chipi, y eso se debe a que allá no tenemos pendejos”. ¿Y quién soy yo para contradecir a un personaje histórico? En Veracruz hay gente valiente, gente talentosa y gente con ganas de mejorar, cambiar o erradicar algunas de las condiciones que hoy imperan en el Estado.
Lamento mucho que a raíz de las campañas políticas, recién terminadas se hayan desprendido una serie de pleitos personales, que a pesar de la moldura hechiza con que se armaron, más parecen callejeros. Lo lamento mucho, pues estos desvían la atención de lo que en realidad importa: Don Adolfo, siendo Presidente mantuvo en su escritorio dos cajones intocables para todos: uno del lado izquierdo y otro del derecho. El cajón del lado derecho, comentaba, se ocupaba para guardar los asuntos importantes, y el cajón del lado izquierdo era para guardar los asuntos urgentes. ¿Que cuáles atendía? El siempre dijo que los temas importantes iban primero, y que cuando un asunto urgente se volvía importante, lo cambiaba de cajón para empezar a darle solución. En Veracruz nos ha hecho falta ubicar en la justa medida cada uno de los problemas que nos aquejan y aprender a colocarlos en el cajón que corresponde.
Decía también que cuando quería que algo se resolviera lo ordenaba, y cuando no, mandaba a hacer una comisión que lo estudiara; el ejercicio del poder no debe tener tapujos y cuando es necesario algo, incansablemente se ejercen los medios para que se resuelva. A la cabeza necesitamos a alguien que no nos de largas, que ocupe el poder para resolver y para actuar, nada de cuentos, nada de esquivos.
Ruiz Cortines, siempre distinguido por cuidar su economía, se dice que contaba cuidadosamente lo que pedía en los restaurantes para no gastar de más, tanto que inclusive en una ocasión invitado por alguien muy apreciado para él, vio la cuenta ya pagada y tomó cambio para devolverle a su amigo el exceso de propina que había dejado en el lugar. No le bastaba cuidar la situación de su bolsillo, sino que también estaba al pendiente del de los demás. Cuánta falta nos hace en el Estado, un gobernante cuidadoso y experto con los temas del dinero.
Cuánta razón tenía Don Adolfo, con su espontaneidad denotaba lo que había aprendido. De Viejo no tenía nada, de sabio mucho. Cuánta razón tenía Don Adolfo al decir que el político debía ser como el elefante para tener una piel gruesa y aguantar las traiciones, para tener unas orejas grandes y escuchar a la gente, para tener unos colmillos fuertes y defenderse de los adversarios, para tener unos pies grandes y no perder el suelo, para tener una trompa larga y el olfato político, para tener un peso considerable y dejar huella, para tener unas uñas chiquitas y no agarrar lo que no es suyo, y para tener una cola pequeña y que no se la pisen. Cuánta razón tenía Don Adolfo que a mi parecer ha descrito al político que con vehemencia hoy exige Veracruz.
Para decidir con libertad hay que pensar lo que queremos, basando nuestras acciones en el comportamiento ético. Hoy pasadas las elecciones se expresa un reclamo natural hacia un gobierno ineficaz, algunos priistas fallamos en no ser sensibles para ubicar el origen de la exigencia, algunos otros en no exigir un cambio y levantar la voz, otros más fueron déspotas y caras duras, los menos insensatos ante la tragedia, cínicos y arrogantes, a esos les llegará el momento de la verdad. A esos el pueblo los juzgará y a nosotros, como jóvenes y sociedad, es a quienes nos tocará escribir la historia tal y como fue, la versión estricta e irreductible de lo que está pasando y de lo que va a pasar. A nosotros como ciudadanos nos toca construir un futuro para Veracruz.
Yo estoy convencido que lo que necesita de fondo mi Estado es un binomio icónico que conjugo en un frase: “Pensar y decidir” con “Pasión Por Veracruz”.